En la actualidad, el Paseo del Buen Pastor representa un espacio de esparcimiento en el corazón de Nueva Córdoba. Con locales gastronómicos, aguas danzantes y actividades culturales, parece un sitio dedicado puramente al disfrute y el turismo.
Sin embargo, este lugar esconde un pasado fundamental en la historia argentina: hasta hace pocas décadas, funcionó como la Cárcel de Mujeres de Córdoba, escenario de horrores durante la última dictadura militar. Más atrás en el tiempo, su origen se remonta a 1892, cuando el gobierno provincial entregó la gestión de la Cárcel Correccional de Mujeres a la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor de Angers.
LA CÁRCEL DE MUJERES: UN PASADO DE ENCIERRO Y LUCHA
Durante la intervención del brigadier Raúl Óscar Lacabanne en Córdoba, tras el “Navarrazo” en febrero de 1974 que derrocó al gobernador constitucional Ricardo Obregón Cano y su vicegobernador Atilio López, y en el marco de la última dictadura militar (1976-1983), el penal se convirtió en un lugar de reclusión para detenidas políticas.
Desde 1974, la cantidad de presas políticas en la cárcel creció. A principios de 1975, unas 40 detenidas de diversas organizaciones como PRT-ERP, Montoneros, Peronismo de Base, Fal y PC fueron recluidas allí. Inicialmente estuvieron mezcladas con presas comunes, pero luego fueron trasladadas a un pabellón especial y aisladas.
CÓMO FUE LA FUGA MÁS GRANDE DE UNA CÁRCEL DE MUJERES EN SUDAMÉRICA
Fue en este contexto que un grupo de presas políticas comenzó a planificar una fuga. Este hecho histórico, ocurrido el 24 de mayo de 1975, fue organizado durante meses. “Tenía que ser perfecta, tenía que ser absolutamente sincronizada. No se podía fallar en ningún paso”, relató Federico Sylvester, comunicador e historiador, creador de La Calesita de la Historia junto a Nacho Alcántara.

El plan incluía diversas estrategias de distracción, coordinadas para coincidir con la conferencia de prensa que Lacabanne, el interventor, daría en el Teatro San Martín después del Tedeum. Hubo cortes de calles, explosiones y banderas.
“Había una manifestación falsa sobre la avenida Yrigoyen con gomas prendidas, fuegos, manifestantes, pancartas, gritos. Había un casamiento falso en la Iglesia de Los Capuchinos, donde también se iba a juntar mucha gente”, explicó a Vía Córdoba. Asimismo, agregó que dentro de la cárcel, las presas también participaban en tareas de distracción y logística: algunas fingían armar una bomba, otras pintaban zapatillas de negro para ser menos visibles y un grupo preparaba una supuesta obra de teatro que serviría de excusa para la movilización interna.
ESCAPE CINEMATOGRÁFICO: CÓMO FUE EL OPERATIVO
“A las 19.59, llegó un camión que bajaba por calle Buenos Aires. Hacia la derecha, el camión tenía la iglesia y hacia la izquierda, tenía la cárcel. En todas las ventanas que dan sobre Buenos Aires, habían colgado sábanas blancas. Parte de este operativo fue colgar sábanas blancas, salvo en una, en donde se puso una hoja de papel blanco”, contó Federico.

“El camión sabía que donde estuviera la hoja era donde tenía que entrar de culata. Esa era la ventana de la cocina por donde se iban a fugar las presas”, agregó. Según el historiador, solo tres presas sabían del plan y lo fueron comunicando al resto de las reclusas ese mismo 24.
Una vez que el camión se posicionó, unas cadenas y garfios tenían que ser atados a la reja de la ventana. Sylvester señaló un momento crítico: “El gancho no entraba en el espacio que había entre la pared y la reja. Las presas que ya estaban en la cocina, se empezaron a desesperar porque veían que fracasaba su plan. Agarraron unos tarros de membrillo y con eso, comenzaron a frotar y a lubricar la reja y el muro”. De esta forma, el vehículo arrancó y arrancó la reja.

En solo “cinco minutos”, 26 mujeres saltaron por la ventana. Algunas lo hicieron a la caja del camión, otras se mezclaron con la gente del casamiento falso y otras corrieron hacia autos que esperaban a dos cuadras sobre calle San Lorenzo.
“Algunas fueron recapturadas, asesinadas, y la gran mayoría tuvo que cambiar su nombre, su aspecto y pasar a vivir en la clandestinidad. Hay muchas de ellas que todavía sobreviven, que están entre nosotros”, rememoró. Para muchas, fue el inicio de un “camino sin retorno”.
El tiempo pasó, la cárcel dejó de funcionar y el espacio quedó abandonado. A partir de 2001, comenzó un proyecto para refuncionalizar la manzana. En 2007, se inauguró el Paseo del Buen Pastor, y comenzó a funcionar como un complejo gastronómico, cultural y recreativo. En 2011, fue señalizado como Sitio de la Memoria, instalándose una reja de la vieja prisión y Baldosas de la Memoria con los nombres de mujeres desaparecidas.

“Hoy el Buen Pastor es un punto de reunión de los jóvenes, de los adolescentes, casi un centro comercial donde se puede ir a tomar mate, un espacio del aire libre, donde están las aguas danzantes, la escultura de Rodrigo, de La Mona, donde hay bares. Y sin embargo, allí funcionó una cárcel y seguramente la enorme mayoría de los cientos de jóvenes que se juntan ahí no saben que hace 50 años se produjo la fuga más grande de una cárcel de mujeres en Sudamérica”, cerró Federico.